jueves, 25 de febrero de 2010

"La Uncion"

La Unción

Por: Dr. José Arizmendi Vázquez


“… sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían”. Amén.
(Marcos 16:18-20)


Cuando hablamos del poder del Espíritu Santo en la obra de su iglesia, debemos de tener presente que una labor fundamental es sobre los ministerios establecidos por Cristo (Efesios 4:11-16), debemos de comprender y aceptar que sin el poder del Espíritu Santo, no solo nuestro ministerio, también nuestra vida, familia, iglesia, y hasta sociedad están en peligro real, pues no podemos actuar en nuestras fuerzas, como siervos de Dios, solo debemos de movernos en el poder de su Espíritu Santo, y este poder se llama unción.
“Es el poder que Dios nos da, a través del Espíritu Santo para realizar una labor especifica”.
La unción proviene solo de Dios y fluye donde hay un corazón humilde y obediente.
El poder de Dios no es dado por hombres, organizaciones, denominaciones, únicamente y exclusivamente viene del Padre.
Durante mucho tiempo hemos estado alejados de este poder, no porque Dios no lo enviara a nuestras vidas, solo porque en medio de nuestra humanidad no hemos sido sensibles a su mover y propósito divino. Trayendo como resultado falta de pasión y amor por nuestros ministerios, pero también por las almas. Sería bueno preguntarnos: ¿Por qué la gente no se salva?, ¿Por qué la gente se enferma y no sana?, ¿Por qué divisiones, envidias, contiendas, pleitos, celos y más?, ¿¡Por qué contristamos al Espíritu Santo de esa forma!? Nos fue dado para el funcionamiento apropiado de nuestros ministerios, para hacer la obra a la cual fuimos llamados, no para encerrarlo en la biblia, como un misticismo, sino para dejarlo fluir y con su poder haga lo que tiene que hacer, como Dios que es.
Muchos en otros tiempos sintieron el poder de Dios, muchos hablan de un pasado, pero El sigue siendo el mismo de siempre.
Nos fue dada la unción para:
1° Apartarnos y consagrarnos para Dios, cualquier labor que hagamos, aunque parezca pequeña, necesitamos de unción para desarrollarlo. La unción nos diferencia del resto de personas, somos apartados y santificados como hombres de Dios, ya no podemos ser igual que antes, ahora somos diferentes por el poder que actúa en nosotros (Éxodo 29:29).
2° Capacitarnos para el ministerio, trayéndonos dones. En Hechos 1:8 cuando habla de poder se refiere a una capacidad de hacer más en la obra de Dios con mayor habilidad y fuerza. Sin unción vendría el cansancio, desanimo, derrotas. También nos otorga dones para la obra del ministerio (1ª Pedro 4:10).
3° Apasionarnos por Dios, unción y pasión van juntas. De las cosas importantes que en nuestros ministerios han faltado, son pasión y unción. Muchos realizan su trabajo sin pasión, solo por hacer, cumplir, por apariencia, trayendo como resultado cansancio y desesperación. Cuando seamos llenos de unción, vendrá a nuestra vida una pasión por nuestro Señor, y amor por nuestro ministerio al cual fuimos llamados.
4° Deshacer las obras de Satanás, liberar a cautivos y oprimidos. La unción rompe toda atadura y yugo. Toda obra del diablo se acaba y destruye solo a causa de la unción. Es para romper toda atadura de pecados y vicios. Numerosas veces hemos sido testigos de que por la unción las enfermedades se van y los endemoniados son hechos libres (Isaías 10:27)
5° Sanar corazones dañados. La unción es el ungüento para sanar heridas del corazón, del pasado, daños en las emociones y sentimientos que producen depresiones y ansiedades. La sanidad para estas enfermedades no está en psicólogos, está solo en la unción.
6° Solo para glorificar a Dios y no a los hombres. La unción del Espíritu Santo solo debe de darle honra y gloria a las obras poderosas de Dios. Se debe de exaltar a Cristo siempre en todo. La unción no es por nuestras buenas acciones o dada por hombres, solo viene del único que es digo de recibir gloria, esto es, a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo (Proverbios 3:6)
La unción se obtiene por medio de la fe. Muchas veces se ha idealizado la unción como algo muy lejano, para otros tiempos, creyendo que es para hombres fuera de lo normal. Pero resultando esto un gran error, ya que la unción es dada por el Espíritu Santo para todos los creyentes que han sido lavados y comprados con la sangre de Cristo. Nosotros los hombres de Dios debemos de aprender a vivir bajo la unción, pero antes de esto, debemos de aprender a activarla para saber fluir en ella. La unción se obtiene a través de la fe. Como siervos de Dios es indispensable tener unción para poder realizar la obra del ministerio al cual fuimos llamados. Por fe tenemos la promesa de salvación, por fe tenemos la promesa del Espíritu Santo. Dios reparte como quiere, pero debemos de pedirle unción y poder. “… Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8)
La unción de sanidad.
Dentro de los oficios ministeriales podemos ver que Dios reparte a cada uno como El quiere, poder para sanar, predicar, enseñar, liberar, etc. Estos poderes no son únicamente de materia celestial, sino también tangibles y susceptibles a un toque físico. Susceptible porque el mismo Jesús sentía cuando poder salía de Él, y tangible por que los enfermos sentían el toque de sanidad ya fuera por la imposición de manos o por la palabra hablada ordenando sanidad (Lucas 8:40-48). También la unción de sanidad es transferible, ya que por imposición de manos se activan dones (2 Timoteo 1:6).
La unción también se desata a través de:
1° Música. La forma y manera de alabar y adorar a Dios permitirá que la unción vaya en aumento o decremento. “La alabanza atrae la presencia de Dios y la adoración desata los milagros” (Hechos 16:25-26). La adoración trae sanidades, milagros, prodigios, por lo mismo debemos de entender y aprender a adorar al Señor siempre y en todo momento. Muchas personas reciben sanidad y milagros durante los momentos de adoración en las campañas o cruzadas. La adoración desata el poder de Dios, por lo mismo, los ministros de alabanza deben de saber cuán importante es saber cantar y tocar, bien y con unción, para cantar lo correcto y fluir espiritualmente. Pero los predicadores, pastores somos los que debemos de enseñarles a ser sensibles al Espíritu Santo, con el ejemplo, teniendo una vida de alabanza y adoración, la mejor imagen es el ejemplo.
2° Unidad. Nunca olvidar que es el mismo Dios al que servimos, debemos de aprender a vivir en unidad, amor, paz, paciencia, y más. Hemos recibido del poder de Jesús, para sanar, liberar, predicar, enseñar, pero el deseo eterno de Él es que seamos uno (Juan 17:20-23), somos ejemplo para los demás cristianos y también para los que creerán a través de nuestra unidad, de nuestro ejemplo.
3° Influencia de los líderes. La influencia de hombres y mujeres con unción, en nuestras vidas, será de gran importancia para que nuestra unción personal vaya en aumento. Por eso es necesario que los lideres, pastores, predicadores tengan una unción mayor que la nuestra. Para poder recibir un poder mayor. La paternidad espiritual nos trae una identidad y también una heredad. La identidad y heredad está marcada por la unción.
4° Conocimiento de la palabra. El apóstol Pedro dice: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios, y si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado” (1 Pedro 4:11). Nadie puede ofrecer lo que no tiene, nadie puede dar lo que no posee, por lo mismo debemos dar lo que si tenemos, esto es, hablar con conocimiento de la palabra de Dios, no de palabras humanas o ideologías propias, y ministrar con el poder que hemos recibido de Dios, no como alguien quiera, sino según el poder que Dios nos ha dado.
5° Oración y ayuno. “Todo esfuerzo que los hombres de Dios hagan sin unción serán vanos”. La unción baja del cielo, viene de Dios, para dar forma a nuestro ministerio. La unción es un don que debemos de perpetuar y aumentar, de la misma forma en la que se obtuvo al principio, a través de la oración y ayuno. El amor a nuestra unción se verá reflejado por nuestra vida de oración y ayuno. El regalo mayor de Dios no son riquezas, posesiones, posiciones, nombramiento, reconocimientos humanos, lo más grande es la unción, porque viene de Dios. Al tener comunión con Dios la unción irá en aumento, El nos despertara a orar, no como plan establecido, sino como necesidad de tener intimidad con el Padre. La oración y ayuno deben de ser un estilo de vida para nosotros, pues según sea de grande nuestra vida de oración y ayuno así será de grande nuestro ministerio. A través de esta forma de vida honramos a Dios, tenemos intimidad con El, aprendemos a escucharlo, tenemos dirección divina, somos sensibles espiritualmente, nos humillamos ante El para que sea glorificado y recibimos lo que otros no reciben.
“… Mas tu, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensara en público” (Mateo 6:6)
Dios, a través de la oración, nos lleva a niveles mayores, a los cuales otros no llegaran, pues la vida de oración nos traerá recompensas de Dios, esto es unción.
La unción es detenida por:
Hay varia situaciones que impiden que la unción de Dios se desate y realice su obra, tal es la irreverencia, incredulidad, dureza de corazón, desconocimiento, pecados ocultos, tradiciones de los hombres, liturgias mal empleadas, falta de deseo de moverse en unción, falta de pasión por Dios, no anhelar la presencia del Espíritu Santo, y más. Las cuales resultaría desgastante profundizar, pues el romper paradigmas conlleva más tiempo, así que mejor tocamos lo bueno de Dios, dejando a un lado lo malo de los hombres.
La unción es la esencia de nosotros como siervos de Dios. Sin unción nada sucede, nadie se arrepiente, los enfermos no sanan, la gente no cambia, las iglesias no crecen. No está en un nuevo método, en ideas propias y personales, la base de todo crecimiento está solo en la unción del Espíritu Santo. La iglesia primitiva paso de 120 miembros a miles por la predicación del apóstol Pedro, solo por la unción que vino sobre él.
Estamos viendo como Dios está levantando una generación de hombres, mujeres, jóvenes ancianos, hasta niños, que se han negado a sí mismos, para dar lugar a Dios, teniéndolo como prioridad solo a Él, valientes que con denuedo hablan la palabra, con demostración de poder, demostrando el respaldo de Dios en sus vidas y ministerios. En ellos nuestro Señor ha derramado de su unción, dándoles poder. Quizá no sean aplaudidos por la gente, rechazados por otros, pero el respaldo del Señor Jesucristo esta en sus vidas, ¿Quien podrá callarlos?, el ladrón vino a robar, matar y destruir, pero Jesús vino a dar vida en abundancia, a los que creemos en su nombre tenemos la promesa de hacer cosas más grandes que las que El hizo (Juan 14:12).
En tiempos finales necesitamos más hombres de Dios llenos de unción y poder, a los cuales su predicación esta respaldada por los milagros y señales, para que la gente crea en nuestro evangelio y sepa que es verdadero.
“… Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que les seguían” (Marcos 16:20)
No nos extrañemos que muchos siervos de Dios nuestra palabra no sea vacía, sino lo que hablemos sea confirmado por señales que nos sigan, a donde vayamos, el Señor Jesús nos ayude y la unción nos siga. La palabra es más que letra en papel, los siervos debemos de hacer la palabra viva y real a través de nuestra unción. No dejemos de buscar y anhelar mas unción, es el regalo que nuestro Señor nos preparo. Somos los responsables de dar vida a esa palabra a través de nuestra fe y pasión por el Espíritu Santo.
¡Dios nos recompensara en público, con unción y poder del Espíritu Santo!
¡Sobre todo, pidamos más unción!

¡BENDICIONES!

DR. JOSÉ ARIZMENDI VÁZQUEZ